Ejercicio de perfección y virtudes cristianas / Alonso Rodríguez.
Tomo III
Tabla de Contenido
Preliminares. Tratado Primero. Del fin e Instituto de la Compañía de Jesús, y de algunos medios que nos ayudaran a conseguirle, muy provechosos para todos.
I. Que la perfección del religioso consiste en la perfecta guarda de los votos que hace de protesta.
II. Porque hacen y confirman estas cosas con voto.
III. De otros bienes y provechos grandes que trae consigo el obligarse con votos.
IV. Porque llaman los santos otro segundo bautismo y martirio esta entrega que hace uno de si a la religión por estos tres votos.
I. Que el voto de la pobreza es el fundamento de la perfección.
II. Del premio grande con que el señor premia a los pobres de espiritu.
III. Que no solo en la otra vida, sino también en esta, paga Dios a los pobres de espiritu.
X. A que y como obliga al religioso el voto de la pobreza.
XI. En que se declara como es contra el voto de la pobreza recibir o dar alguna cosa sin licencia del superior.
XII. Desciendese a algunas cosas particulares que son contra el voto de la pobreza.
II. Que para conservar la castidad es necesaria la mortificación y guardia de los sentidos.
III. Que en esta virtud de la castidad especialmente es necesario hacer mucho caso de cosas pequeñas.
XII. Que este medio de obedecer al superior como a Cristo es necesario para alcanzar la virtud de la obediencia.
XIII. De otros bienes grandes que hay en obedecer al superior como a Cristo.
XIV. Que toma Dios por suya la injuria contra el superior.
XV. Que la obediencia no quita el poponer, y el modo que ha de tener en esto.
I. De la merced y beneficios grandes que nos hace el señor.
II. Que nuestra perfección consiste en la obsevación de las reglas.
III. Que nuestras reglas no obligan a pecado.
IV. Que el ser cosa pequeña la que manda la regla no excusa, antes acusa mas al que no la guarda.
III. Que el descubrir las tentaciones al superior o padre espiritual es medio muy eficaz contra ellas.
IV. Que ninguno ha de dejar de descubrir sus tentaciones a su padre espiritual.
V. Que ninguna ha de dejar de manifestar las cosas por parecerle pequeñas.