I Para comulgar à menudo es necesario ser más santo de lo que soy.
II. No soy digno de acercarme à dios.
III. Cuando se comulga a menudo, este acto tan grande trascendental llega a hacerse por rutica, y no causa ya ninguna impresión.
IV. Tomo familiarizarme con las cosas sagradas.
V. No me atrevo a comulgar sin confesarme, y no puedo confesarme a cada momento
VI. No se puede comulgar sin preparación y no tengo tiempo para prepararme del modo debido.
VII. Mas al colmugar mi corazón se queda frió è insensible; estoy distraído y no siento el menor fervor, la menor devoción.
VIII. ¿Como a de atreverme a comulgar con frecuencia, si siempre vuelvo a caer en las mismas faltas?